Las misiones bajo la lupa

Progreso en las Misiones, ¿realidad o engaño?

De muchas naciones se reciben alentadoras noticias sobre el crecimiento de la Iglesia. ¿Hay razones de ser optimista o nos estamos engañando en cuanto al impacto real de las misiones cristianas? Probablemente ambas cosas a la vez.

Regiones que anteriormente eran de difícil acceso, hoy se encuentran más abiertas, debido al desarrollo de la economía global -como es el caso de China-  debido a la tendencia de secularización que va a la mano con la difusión de la cultura occidental a través de los medios de comunicación global. Al lado de este campo de gran importancia, persiste una fila de naciones con poblaciones entre uno a 250 millones, donde el progreso se puede clasificar como solo poco más que nulo.

El peligro de las cifras sin interpretación

El aumento en número de los creyentes cristianas en el planeta puede provocar un falso sentido de logros que transmite una imagen equivocada de avance incontenible y endormece a la -débil- disposición misionera de las iglesias occidentales. Un examen más cercano de las cifras arroja:

  • La fragilidad del crecimiento en cuanto a la calidad doctrinal y diaconal de las nuevas iglesias. Incluso el afamado crecimiento de la iglesia evangélica en América Latina se debe, en una proporción no tan pequeña, a la atracción por movimientos de dudosa identidad cristiana.
  • La distribución desigual del crecimiento. Existen, por ejemplo, reportes que los grupos evangélicos en Mongolia crecen cuatro veces más rápido que los creyentes en Brasil (aprox. 8% versus 2% anuales). Pero dado que existen unos 2000 veces más cristianos evangélicos en la nación latinoamericana que en la del Lejano Oriente, es engañoso hablar de un crecimiento superior. Más bien, el hecho es que el aumento de los cristianos ocurre en extrema desigualdad alrededor del globo.
  • La confusión constante entre números absolutos y porcentajes. Mientras la cristiandad crece en número, disminuye en porcentaje, lo que conduce a la paradoja que a pesar de ser cada vez más, somo cada vez menos.

La tendencia de la disminuición porcentual comenzó alrededor del año 2000 y -sin haber cambios sustanciales en la conceptuación y la operación de las misiones cristianas- amenaza con volverse irreversible por mucho tiempo. La esperanza de ver este mundo entregado a Cristo no se puede cumplir sino por nosotros mismos. Al fin y al cabo, esta es la tarea que nos dejó el Señor.

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